miércoles, 12 de febrero de 2014

Santiago Feliu


Yo recuerdo a Santiago sin haberlo visto nunca.

Yo recuerdo a Santiago no con su guitarra y su barba y sus cabellos y su modo de cantar como un grito, como si toda la boca no le fuera suficiente para lo urgente de sus canciones. Yo recuerdo a Santiago informe, disuelto en nombres y arpegios, haciendo eco en mi amor adolescente como las notas en el cuerpo de una guitarra.

Yo recuerdo a  Santiago Feliú pasando del arrullo al grito, espoleando mis ganas de poesía entre la rabia y la ternura como diría Alí Primera. Recuerdo sus canciones ahora como una sola, agolpadas  todas entre mi ojo y mi párpado, hechas una película acuosa que quiere venir en llanto. Los versos suceden todos al mismo tiempo, el llamado a la rebeldía lo mismo que la melancolía del amor y la terquedad de vivir.

Entiendo que así recuerdo a Santiago, todo él lleno de tantas cosas, lo recuerdo con la certeza de que no se dejó nada fuera de la guitarra, que sin haberlo visto nunca lo he escuchado siempre. me doy cuenta de que lo recuerdo de la única manera que concibo recordarlo, cantándolo, hombre hecho ya definitivamente canción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario