Sobre Luis Britto García
De
Luis Britto García se sabe que es escritor, dramaturgo, ensayista, guionista, abogado,
dibujante, un poco filósofo y echador de broma (valga la redundancia), que
cuenta con más de 60 títulos a sus espaldas y quien sabe cuántos otros a su
horizonte, que ha ganado premios en muchos géneros, que su creatividad
vagabunda no admite clasificaciones.
De
Luis Britto García se puede, aunque no sea tarea fácil, enumerar los premios y los libros (los
publicados al menos), y los libros que han significado premios como “Rajatabla”,
“Abrapalabra” y “Demonios del mar: piratas y corsarios en las costas de
Venezuela”. Podría, por ejemplo, cuantificarse cada una las palabras y las
letras de cada uno de los libros, artículos, conferencias, blogs, autógrafos,
pies de páginas, notas al margen, etc; hasta que, como granos de trigo sobre un
tablero de ajedrez, se amontonen las letras desorganizadamente hasta rebasar
las alturas andinas.
De
Luis Britto García se sabe que aborda la ciencia ficción con un rigor tan
encarnado que resulta metafísico. Dispuesto a llevar la idea hasta sus últimas
consecuencias no permite que los ángulos esperables y establecidos de la
física, las matemáticas o el arte se limiten a sí mismos, por eso se permite
confundirnos y esclarecer seres extraterrenos trastocados en esculturas
contemporáneas como en el cuento “El Monstruo”.
De
Luis Britto García, se sabe, o se debería saber, al menos, que no se conformó
con tener ideas políticas en el papel, que
la falsa dicotomía entre calidad artística y compromiso se resolvió
instintivamente en el mismo. Confiesa que su época de estudiante “no fue
aburrida”. Estando en el liceo era autor de un periódico mural que tenía que
ser aprobado por la dirección antes de su publicación, como estudiante en la
UCV vivió el allanamiento del campus universitario durante la dictadura de
Marcos Pérez Jiménez y participó en las manifestaciones que acabarían con su
mandato el 23 de enero de 1958.
Si
sus ideas políticas no ponen en peligro su integridad artística es porque la
obra de Luis Britto no está al servicio de una agenda ideológica, simplemente
es una extensión de su propio pensamiento. Su arte no es comprometido porque
promueva ciertas ideas o critique otras; el compromiso principal es el de la
palabra, convencido de que la palabra precisa es proyección de sí mismo,
incapaz de contradicciones y siempre
certera en su voluntad de búsqueda. Como dejó claro en su alocución como
escritor homenajeado en FILVEN 2012 “la palabra constituye la humanidad”.
De
Luis Britto García también se sabe que es buzo y navegante, que ha navegado
incansablemente por el caribe, que en sus incursiones submarinas ha dado con naufragios
y ruinas centenarias, que ha salvado la vida precariamente en algunas de sus
exploraciones, que vuelve a la carga siempre con más preguntas por hacer al mar
y aún más vida para arriesgar.
Lo
que no se sabe con certeza de Luis Britto García (pero se intuye) es que todo
forma parte de una misma necesidad.
Se
puede presumir que se sumerge en los textos con la misma avidez que en las
aguas, con la misma feliz certeza de su riesgo. Se puede presumir que aprovecha
la facilidad de los libros, que no requieren de aguantar la respiración, de
escafandra o agallas, para ahogarse en sus profundidades.
A
través de sus obras permea siempre ese ambiente submarino, de claridad
enceguecedora, que habita en los arrecifes coralinos, la densidad diáfana con que
su prosa dibuja volutas de agua cálida y fría alrededor del lector, pececito curioso,
sediento de colores y anémonas. Podemos
presumir que escribe como quien se propone escribir el mar, proponiendo una
inundación de conocimiento, un cataclismo generoso. Que un ansia de marea, pero
también de estela, de vela henchida, van detrás de cada frase, inconforme con
el horizonte que hay siempre en búsqueda del que será.
O
quizás sea la vuelta de la moneda, y se sumerge en el mar en búsqueda de
tesoros, de identidades, aprende los arrecifes y las algas como los versos de
un poema. Libera del cieno marino los cuentos enterrados, escurridizos como
lenguados. Persigue
los cangrejos y sobre todos los erizos para conseguir la palabra dura, la
punzante, la necesaria. Luis Britto García entra en el caribe porque es la única
manera de entender al indio en la piragua, enarbola la vela porque es la única
manera de comprender al pirata, se arrebola al cotidiano amanecer de sus
compatriotas porque es la única manera de ser propio, se encalla en la soledad
porque es la manera de intimar con el silencio del hombre.
De
Luis Britto García creo saber que se sumerge en las letras como en el mar, en
busca de un mismo legendario tesoro, empeñado en hallar nuestro sentir y
nuestro entender como nación, tan náufrago.
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