sábado, 26 de julio de 2014

Sobre Luis Britto García

Sobre Luis Britto García



De Luis Britto García se sabe que es escritor, dramaturgo, ensayista, guionista, abogado, dibujante, un poco filósofo y echador de broma (valga la redundancia), que cuenta con más de 60 títulos a sus espaldas y quien sabe cuántos otros a su horizonte, que ha ganado premios en muchos géneros, que su creatividad vagabunda no admite clasificaciones.

De Luis Britto García se puede, aunque no sea tarea fácil,  enumerar los premios y los libros (los publicados al menos), y los libros que han significado premios como “Rajatabla”, “Abrapalabra” y “Demonios del mar: piratas y corsarios en las costas de Venezuela”. Podría, por ejemplo, cuantificarse cada una las palabras y las letras de cada uno de los libros, artículos, conferencias, blogs, autógrafos, pies de páginas, notas al margen, etc; hasta que, como granos de trigo sobre un tablero de ajedrez, se amontonen las letras desorganizadamente hasta rebasar las alturas andinas.

De Luis Britto García se sabe que aborda la ciencia ficción con un rigor tan encarnado que resulta metafísico. Dispuesto a llevar la idea hasta sus últimas consecuencias no permite que los ángulos esperables y establecidos de la física, las matemáticas o el arte se limiten a sí mismos, por eso se permite confundirnos y esclarecer seres extraterrenos trastocados en esculturas contemporáneas como en el cuento “El Monstruo”.

De Luis Britto García, se sabe, o se debería saber, al menos, que no se conformó con tener ideas políticas en el papel, que  la falsa dicotomía entre calidad artística y compromiso se resolvió instintivamente en el mismo. Confiesa que su época de estudiante “no fue aburrida”. Estando en el liceo era autor de un periódico mural que tenía que ser aprobado por la dirección antes de su publicación, como estudiante en la UCV vivió el allanamiento del campus universitario durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y participó en las manifestaciones que acabarían con su mandato el 23 de enero de 1958.

Si sus ideas políticas no ponen en peligro su integridad artística es porque la obra de Luis Britto no está al servicio de una agenda ideológica, simplemente es una extensión de su propio pensamiento. Su arte no es comprometido porque promueva ciertas ideas o critique otras; el compromiso principal es el de la palabra, convencido de que la palabra precisa es proyección de sí mismo, incapaz de  contradicciones y siempre certera en su voluntad de búsqueda. Como dejó claro en su alocución como escritor homenajeado en FILVEN 2012 “la palabra constituye la humanidad”.

De Luis Britto García también se sabe que es buzo y navegante, que ha navegado incansablemente por el caribe, que en sus incursiones submarinas ha dado con naufragios y ruinas centenarias, que ha salvado la vida precariamente en algunas de sus exploraciones, que vuelve a la carga siempre con más preguntas por hacer al mar y aún más vida para arriesgar.

Lo que no se sabe con certeza de Luis Britto García (pero se intuye) es que todo forma parte de una misma necesidad.

Se puede presumir que se sumerge en los textos con la misma avidez que en las aguas, con la misma feliz certeza de su riesgo. Se puede presumir que aprovecha la facilidad de los libros, que no requieren de aguantar la respiración, de escafandra o agallas, para ahogarse en sus profundidades.

A través de sus obras permea siempre ese ambiente submarino, de claridad enceguecedora, que habita en los arrecifes coralinos, la densidad diáfana con que su prosa dibuja volutas de agua cálida y fría alrededor del lector, pececito curioso, sediento de colores y anémonas. Podemos presumir que escribe como quien se propone escribir el mar, proponiendo una inundación de conocimiento, un cataclismo generoso. Que un ansia de marea, pero también de estela, de vela henchida, van detrás de cada frase, inconforme con el horizonte que hay siempre en búsqueda del que será.

O quizás sea la vuelta de la moneda, y se sumerge en el mar en búsqueda de tesoros, de identidades, aprende los arrecifes y las algas como los versos de un poema. Libera del cieno marino los cuentos enterrados, escurridizos como lenguados. Persigue los cangrejos y sobre todos los erizos para conseguir la palabra dura, la punzante, la necesaria. Luis Britto García entra en el caribe porque es la única manera de entender al indio en la piragua, enarbola la vela porque es la única manera de comprender al pirata, se arrebola al cotidiano amanecer de sus compatriotas porque es la única manera de ser propio, se encalla en la soledad porque es la manera de intimar con el silencio del hombre.


De Luis Britto García creo saber que se sumerge en las letras como en el mar, en busca de un mismo legendario tesoro, empeñado en hallar nuestro sentir y nuestro entender como nación, tan náufrago.

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