miércoles, 2 de enero de 2013

DE MAÑANA

El rocío se apelmaza sobre el aire y queda suspendido, adormilado  eso es la niebla que atraviesas cada mañana mientras vas al trabajo, el rostro lavado pero los parpados aun musitando las formas de las cosas, pegajosos como acosados por lagañas centenarias.

Mas que caminar nadas, cada paso una brazada que aparta la vorágine turbia del río fangoso. mas que respirar bebes. bocanada tras bocanada de regusto amargo, una ciudad que huele permanentemente a cigarro y que se niega a que la mañana le lave la cara.

Pobre ciudad que se acurruca en su neblina, que bebe la luz filtrada de las nubes, que nada estática en el fondo de la tierra y que no acaba de despertarse, por más que intenta lavarse la cara con ese rocío apelmazado, grueso y macizo es incapaz de librarse de nosotros, lagañas milenarias en sus ojos.

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