viernes, 11 de noviembre de 2011

11/11/11

11/11/11

Once once del once, el once ha sido siempre un numero fantástico, repetición del comienzo, unidad clonada. El once escapa a al decena trascendiendo el cero y duplicándose, sacrificándose a sí mismo como lo hizo Odín para conseguir la verdadera sabiduría.

En “Días de ocio en el país del Yann” Lord Dunsay menciona que el magnífico rio posee once afluentes por los que traficaban lo mismo piratas que pescadores y dormían males antiguos. En un bosquejo temprano de “El jardín de las Delicias” , El Bosco había insinuado un árbol central, en el lugar que ocupa la fuente en la pintura definitiva, con once frutos maduros, once desconocidos pecados capitales.

También era costumbre entre los miembros de las sociedades masónicas del siglo XIX llevar once monedas de plata en el bolsillo izquierdo. Fulcanelli se refirió a la obra alquímica como el despertar de once sueños, refiriéndose a los niveles de percepción de la realidad, al despertar del onceavo sueño la obra estaría completa y el ser transformado, al materia vil en metal noble, el alma humana en obra divina.

Hoy es once once del once.

PD: a los que se tomaron la molestia de leer: esto no es cierto bajo ninguna circunstancia, ni es fruto de una investigación seria, en otras palabras soy yo hablando estupideces resultando solo en el experimento/demostración de que si juntas un montón de nombres raros y aparentas que sabes lo dices quizás alguien te tome en serio. Que peligro, y que fácil es falsificar la cultura.

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