viernes, 16 de septiembre de 2011

Cotidianidades (II):




El cursor titila y es el tiempo discurriendo ante mis ojos, partículas mínimas de existencia que se derraman a un paso constante de un espacio vacío a otro. El grano de arena, el cursor cae hasta el fondo del desierto, el corazón de silicio de mi computadora, el organismo se satura y empieza a verter la arena virtual de pixeles filosos de amarillentos y naranjas tonos numerados. Abro la compuerta del dvd y un alud miniatura de dunas inexistentes se abre paso por mi realidad, del puerto usb al costado fluyen los pixeles formando un abanico fluvial.


En el pequeño desierto se empiezan a entrever agujeros, hundimientos que presagian el resurgir de escorpiones, alacranes y culebras bidimensionales. La palabra víbora serpentea mimetizándose con las montañas de datos molidos en mi escritorio, del último filón de la "n" en la palabra alacrán se nota un enrojecimiento en la punta, anunciando la ponzoña.


Me estremezco con el sonido metálico, electrónico, casi magnético de la palabra buitre que aletea sobre mi cabeza, ronda suave y grácilmente a mi alrededor con paciencia y malicia. El dolor agudo me sobrecoge cuando el primero de miles de escarabajos cuadriculados, filosos, negrísimos hunde sus mandíbulas virtuales en mi piel, me siento infectado, mis dedos se vuelven elongaciones oscuras de tipografía común, lentamente me desdibujo, voy perdiendo definición, transformándome en el icono apenas de un hombre, despojo de tiempo, acceso directo al olvido.

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