miércoles, 6 de enero de 2010

Insomnio

No sirven los palillos de través, ni la cinta adhesiva, ni las sobredosis de café. Nada se resiste al sueño, al sueño verdadero, ese sueño que se salta los párpados por vulgares, que irrespeta los horarios, que no cree en la conciencia, el omnipresente sueño que rezuma de las cabezas como jugo de un fruto en descomposición.

Mi cabeza es un durazno por ejemplo, es verde, tersa, algo ácida, no tiene el dulzor de los duraznos amarillitos, ni la carne suave de un melocotón sonrosado, mi cabeza firmequebradizacidaverdosa se pudre antes de tiempo y entonces veo como el sueño se me descuelga de las pestañas con unas manitos informes, con unos apéndices submarinos, con unos dientes aserrados el sueño me desgarra todo el rostrofrutacaldoprimitvo y se apodera de mi.

El sueño no me deja dormir, el sueño me cuenta historias, me inventa realidades, me canta sus nanas estridentes, sus arrullos tormentosos. El sueño no quiere que cierre los ojos, que descanse el sentido, quiere que lo deguste por eso se sacrifica junto a mis labios y me empapa la boca de savia, se decide a abrise paso por mi garganta, a causarme una indigestión final de animales imposibles trepando por las paredes de mi estomago.

1 comentario:

  1. yo le temo al insomnio, por eso me aseguro de cansarme lo más que puedo durante el día, para que no se atreva a acercarme durante la noche...

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