sábado, 12 de septiembre de 2009

Sobre árboles

Será un espacio para tratar de infectar a las dos o tres personas que pueda interesarle con mis obsesiones.

Empecemos con una honesta y obvia: Tres poémas sobre árboles, dos españoles y un puerto riqueño, los tres hechos canción:

A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Antonio Machado

A una encina verde



...Y de haber nacido en la tierra baja
pudo ser timón y volverse al mar.
Pudo ser rueda y ver mundo,
ser mango, cuna o altar.

Pudo ser ceniza y humo
o pudo, simplemente, no haber nacido
donde manda el roble, pero ahí nació
desafiando las reglas,
consentida por el sol.
Más cerca de las estrellas.

De abrazarse al suelo,
a pelear la tierra
con los aguaceros,
de rellenar grietas
con bojes, tomillos y enebros,
de andar huyéndole al hacha
que el amo blande ligero...,
nudos amargos duelen en tus maderas,
encina verde.

Que tus contornos te quieran,
que te respete la muerte.

Que es bueno que cuando el haya enrojece
y los caminos mudan de color,
entre esqueletos de robles,
salpiques con tu verdor
las palideces del bosque.


Joan Manuel Serrat

Árboles

Esos árboles
que no se llenan los bolsillos
de aguaceros
que no solo viven
de verdes pensamientos
amarillos
sino que les sacan puntas a las hojas
para adelantarse al rumbo
venidero de sus frutos.
Esos árboles
que aprenden con la lluvia
a no mojarse los pies
aun cuando el agua les suba
a la cintura.

Estos árboles
se comunican con la doncella que esta
con dolores para que multiplique
el número de su amante por si misma
para que pueda decir
amado multiplicate dentro de mi
para que cuando la emoción se acerque
a su cuadrado
su imaginación cautive
la palabra con labios.
Estos árboles
le dan albergue a la opinión
desamparada que tan elocuentemente
cultiva la anonimia
donde la madera verde de la lluvia
le brota en llamaradas
por los dedos.

Aquellos árboles
producen la tela incombustible
de su fuego con la nieve
imposible del verano
con lo que sucede
en la noche de abril
de cualquier mes de mayo
para que lo imposible escale
en el gozo de su desaventura
la cima infranqueable
de lo que la claridad no deja ver.
Aquellos árboles
ponen a madurar su ir en su venir
aprendiendo a salir en su llegar.

Clemente Soto

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